Son dietas que han demostrado científicamente su eficacia no solo en la pérdida de peso sino también en la no recuperación del peso perdido y en la preservación de la masa muscular, siempre que se haga absolutamente y de forma rigurosa bajo control médico y se cumplan las indicaciones realizadas por el facultativo. Su principio fisiológico se basa en el aporte correcto de proteínas (mujer: 1.2 g x Kg de peso corporal x día y en los hombres 1.5 g x Kg de peso corporal x día), reducción de los hidratos de carbonos y las grasas así como en la suplementación asociada al método.
Está basado en un aporte programado de proteínas (para preservar el tejido muscular) y de micronutrientes (vitaminas, oligoelementos, minerales, ácidos grasos esenciales, antioxidantes, etc., para evitar cualquier carencia), paralelo a una reducción drástica de aportes de hidratos de carbono y grasas.
Se continúa con una reintroducción progresiva de alimentos, evolucionando hacia una alimentación equilibrada y diversa para lograr estabilizar el peso. Por las características bioquímicas del proceso, tras los primeros días, la ausencia de hambre es una de sus características. Es imprescindible realizar una exhaustiva historia clínica previa para determinar la idoneidad de cada caso. El aporte de proteínas con todos los aminoácidos esenciales protege los músculos, los huesos y asegura la tonicidad cutánea (disminuir la flacidez) a lo largo de la pérdida de peso. Los Iípidos y los glúcidos, a menudo responsables del aumento de peso, son reducidos al máximo en las primeras fases de la dieta.
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